Alan Duque: “La desolación en los puertos venezolanos”

Por Alan Duque 

MBA Portuario

Gerente Puerto Cartagena Compas


En el año 2010 tuve la oportunidad de visitar algunos puertos venezolanos pues gran parte de nuestros mejores clientes para Colombia era la industria de dicho país.

Estuve en los puertos de La Guaira, Puerto Cabello, Maracaibo, Guanta y Puerto Ordaz; este último, sede de la mayor siderúrgica de Venezuela, Siderúrgica del Orinoco; ejemplo de cómo manejar los aceros a nivel mundial.

Recuerdo que las líneas navieras que tocaban en sus rutas los puertos colombianos, luego seguían con gran entusiasmo el calar en los puertos de Venezuela, pues era una economía libre y democrática que permitía que los puertos fueran nodos logísticos que soportan el comercio internacional y que, como dato sorprendente, el mundo comercial entre los países lo transporta el servicio marítimo en un 95% de su volumen total de 31.263 billones de dólares, al cierre del año 2016 sumando las exportaciones e importaciones mundiales.

Hoy en los puertos venezolanos la desolación contrasta con las filas de buques esperando turno para ser atendidos años atrás.

En el año 2009, Hugo Chavez nacionalizó los puertos bajo la figura de “Bolivariana de Puertos”, hoy conocidos Bolipuertos, empresa manejada por militares sin experiencia portuaria y hoy convertidos los puertos en focos de corrupción, desidia administrativa, abandono total de su infraestructura y otros temas de mucho fondo más delicados.

Los puertos venezolanos manejaban el año 2012 la suma de 1.569.841 Teus (unidad equivalente a un contenedor de 20 pies de largo), el año pasado 2107 movilizó la mitad de esos contenedores aproximándose a 821.350 TEUs y esa mayoría de contenedores contiene carga alimentaria y cero materias primas para la industria que ya no existe. En la ultima década 4.000 industrias han desaparecido de Venezuela por las expropiaciones a “rescate de tierras” por parte del estado, unido a una ausencia de una conducción profesional de la política económica y al bloqueo bancario y financiero que golpea la posibilidad de tener importaciones y exportaciones a excepción del petróleo.

Como profesional portuario y logístico, es mi deber alertar sobre el futuro de la industria pues sin industria no hay puertos; los puertos son el termómetro de las economías.


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