La CEO de Grupo Servicio Marítimos, Mónica Navarro, aseguró que la barcaza Grisel N, diseñada y ensamblada en Argentina, cambiará la forma en que se llevan a cabo las agroexportaciones del país. La misma se sitúa como una solución estratégica para la transferencia de carga en la Zona Alfa del Río de la Plata.
“Este proyecto marca un antes y un después en la agroexportación nacional”, afirmó Navarro. La idea surgió de la intención de aprovechar un casco naval disponible y transformarlo en una estación de carga flotante de última generación, según compartió la ejecutiva con el medio GlobalPorts.
“Siempre buscamos alternativas dentro de lo que Argentina puede ofrecer en servicios logísticos”, explicó la CEO. El desafío no fue menor, ya que implicó cambiar más de 2.000 toneladas de acero naval, en medio de restricciones cambiarias y escasez de insumos. “Fue un desafío impresionante que superamos con inversión nacional, trabajo en equipo y mucha determinación”, detalló.
La barcaza incorpora un descargador neumático fabricado por la alemana Neuero, lo que permite transferir hasta 1.000 metros cúbicos de carga por hora. “Decidimos apostar a algo novedoso: si había que invertir de cero, buscábamos lo mejor”, comentó Navarro.
Complementada con el remolcador Pablo C, la Grisel N forma un sistema integrado que garantiza maniobrabilidad, velocidad y eficiencia operativa en el río, ofreciendo una alternativa para completar buques en la Zona Alfa sin necesidad de ingresar a nuevos puertos.
La Grisel N surge como respuesta a un problema crónico relativo buques de gran porte que salen incompletos de los puertos de San Lorenzo-Timbúes debido a limitaciones de calado. “Hoy, en promedio, los buques se cargan al 80%. El 20% restante representa falso flete, un costo que ahora podemos evitar”, subrayó Navarro.
Gracias a la operación de esta barcaza, los exportadores podrán completar la carga sin tener que ir a puertos de Brasil, Bahía Blanca o Quequén, reduciendo costos operativos y tiempos de navegación. “Los barcos podrán cargar hasta 17.500 toneladas más por buque, un impacto altísimo para la competitividad argentina”, explicó la directo ejecutivo de Grupo Servicios Marítimos.
Navarro destacó la colaboración de la industria naval argentina, los astilleros, las autoridades portuarias y, especialmente, los prácticos que apoyaron el proyecto en cada etapa. “En esta inversión, los prácticos colaboraron solidariamente, eximiéndonos de costos en zonas críticas mientras terminábamos los trabajos. Es un gesto que muestra que, cuando queremos, podemos tirar todos para el mismo lado”, celebró.
La elección del nombre Grisel N también tuvo una carga emocional profunda. “Fue un reconocimiento a todos estos años de entrega, de esfuerzo, de no perder la esperanza. Lloré de emoción cuando me dijeron que la barcaza llevaría mi nombre”, confesó Navarro.
Aunque la Grisel N inicia operaciones con un cliente principal, ya hay negociaciones para ampliar el servicio a más exportadores. “La barcaza es versátil: puede transferir diferentes productos, realizar aliges de carga o recibir productos desde otras embarcaciones”, detalló la CEO.
“Esperamos que este proyecto sirva para demostrar que los argentinos podemos hacer cosas grandes, innovar y ganar competitividad”, concluyó,