La organización Stella Maris Castellón gestiona con la Autoridad Portuaria de esa localidad española la puesta en marcha de un centro de acogida de marinos para asistir a los cerca de 30.000 tripulantes de la marina mercante nacional e internacional que pasan al año por este recinto portuario y “humanizar” su precaria estancia.
Según una nota difundida por la Agencia EFE, el objetivo es facilitarles la comunicación con sus familias y la salida a tierra, o proporcionarles otros servicios básicos que dinamicen su tiempo de ocio fuera de la vida a bordo, “que es complicada”, y palíen el “desarraigo que muchos sufren tras meses fuera de sus casas”, explican desde la entidad.
En el Puerto de Castellón atraca cada año una media de 1.500 buques, el 95% de ellos extranjeros, con cerca de 30.000 marinos en tránsito a bordo, según datos de la Memoria de PortCastelló de 2014.
El centro de acogida que quiere ubicarse en las instalaciones es un servicio gratuito de apoyo y bienestar en puerto que la Administración “debe dar por Convenio Laboral Marítimo”, pero que muy pocos puertos tienen implantado en la actualidad, recuerdaron a EFE desde el Stella Maris, dependiente del Apostolado del Mar de la diócesis de Segorbe-Castellón.
Tarragona y Barcelona son algunos de los puertos con centros de acogida consolidados -con casi un siglo de historia-, pero en la Comunitat Valenciana no funciona ninguno en este momento. “Hubo uno en Valencia, hará como quince años, pero ya no está operativo”, recuerdan desde esta organización.
La idea surgió hace un año y medio y, desde entonces, y a la espera de darle forma al proyecto, “el servicio lo prestamos en la parroquia de San Pedro del Grao con la ayuda de dieciséis voluntarios, todo ellos exmarinos, capitanes jubilados y gente que ha trabajado en el mar, que conoce el puerto y los temas de seguridad, o cómo es la vida en un barco”, explicó a EFE Albert Arrufat, director del Secretariado del Apostolado del Mar, párroco de San Pedro e impulsor del proyecto.
La instalación de un centro de acogida oficial dentro del recinto portuario permitiría materializar una de las principales demandas de sus promotores: la visita a los barcos por parte del equipo de voluntarios para poder hablar con la tripulación y baremar sus necesidades.
El segundo eje de acción sería facilitar la movilidad de los tripulantes desde los buques con un servicio regular de transporte, básico para un colectivo con bajos salarios que ha de moverse por un espacio con fuertes restricciones por cuestiones de seguridad.
“Para alguien que cobra 480 euros, como fue el caso de un georgiano al que atendimos, gastarse 30 euros en un taxi para ir de la dársena sur al Grao es muy costoso”, aclaró por su parte Javier Peris, voluntario y otro de los impulsores del centro de acogida de marinos.
El tercer vértice del servicio sería el propio centro de acogida en tierra: “Tener una sede a la que puedan recurrir si tienen la necesidad de comunicarse con la familia, donde puedan tomar algo, dialogar con otras tripulaciones o con los voluntarios, y dejar aparcada la vida a bordo”, añadió este voluntario.
“Sería un lugar desde el que poder cubrir también, haciendo de puente, atención laboral, psicológica o legal, y ponerles en contacto con profesionales. En definitiva, un lugar desde el que darles la bienvenida, apoyo humano, porque dentro del barco hay límites”, apostilló en este sentido Albert Arrufat.
“Aquí no sólo entran barcos y mercancía, entran personas, y hay que darles un servicio”, matizó Peris.
Stella Maris ya ha iniciado conversaciones con la Autoridad Portuaria castellonense, a la que ha propuesto incluso un plan económico y de viabilidad del centro.
“Estamos sobre los 33.500 euros anuales. Es lo que se necesita para adquirir material para que los voluntarios visiten los buques, pues para entrar en el puerto hay que llevar chalecos y cascos; para financiar el transporte para el traslado de los marinos al local y para contratar a una persona que gestione el tema administrativo”, agregó Arrufat.
Mientras siguen adelante las gestiones, la parroquia de San Pedro es el único referente en tierra para el colectivo de marinos que atraca en PortCastelló.
“El problema es que muchos no saben que estamos. Estamos moviendo cosas, dando pasos, haciendo fuerza y reivindicando, pero hasta que no entremos en un barco y podamos visitar a la gente, no estaremos en activo”, concluyó Arrufat.