Gerardo Orellana: “Este Valparaíso, el del puerto, es un Valparaíso que pocos conocen”

Por Andrés Orrego Siebert 

@PortalPortuario


Gerardo Orellana junto a uno de los nuevos camiones Mafi de TPS.

Terminal Pacífico Sur, a los pies del cerro Artillería, frente al Barrio Puerto está en plena operación. En el muelle, una nave de Wan Hai realiza las faenas de carga y descarga, todo sin contratiempos, todo ordenado, todo eficiente.

Las máquinas, a pesar del poco espacio del recinto, transitan sin dificultad. Es de tarde, segundo turno, en un caluroso día para inicios de julio. Allí, los tractocamiones -entre ellos los recién adquiridos de marca Mafi– son conducidos por las estrechas calles del patio, lo que muestra una gran habilidad de parte de los portuarios, muchos de ellos formados por Gerardo Orellana.

Orellana; sin embargo, no fue portuario toda la vida ni tuvo parientes en el rubro. Su historia dentro del muelle parte hace algunos años cuando tenía 39. Fue en ese momento en que decidió ver y vivir la actividad portuaria desde adentro.

“Yo soy vecino del Barrio Puerto, de toda la vida. Antes de llegar acá era comerciante, tenía local, pero se puso muy peligroso y, un día, vine a pedir trabajo. No lo tuve de inmediato y, como vecino, miraba al puerto desde afuera, pero insistí hasta que se abrió la posibilidad de hacer un curso para operar grúas horquilla. Después se dio que pude hacer otro para operar tractocamiones y, desde entonces, trabajo en el puerto y este Valparaíso, el del puerto, es un Valparaíso que pocos conocen”, relata con emoción y entusiasmo Orellana, mientras enseña la cabina del nuevo vehículo parte de las diez nuevas unidades procedentes de Alemania y que llegan para reemplazar una partida que ya cumplió su vida útil.

Vista del Puerto de Valparaíso desde el Cerro Artillería, archivo.

Gerardo tiene razón. Desde aquí, desde el muelle, la ciudad se ve distinta, ni muy cerca ni muy lejos. Su barrio está al lado como si fuera parte del área de respaldo del terminal. Las casas encumbradas entretienen la vista que se deja ir sola por los rincones de ese Valparaíso prematuramente globalizado y precozmente postmoderno, dejándose guiar -de paso- por los cerros que parecen querer abrazar a la inmensa bahía que baña los pies de ese continuo y, por momentos incomprensible, entramado urbano que de los viejos adoquines de la Planchada va a terminar al norte, en la desembocadura del Aconcagua.

¿Cómo fue su inicio en las lides portuarias? ¿por qué eligió este camino?

Nací entre callejones de adoquines, escaleras y ascensores. Mis padres trabajadores, sencillos, iletrados, pero honestos, nos sacaron adelante a mí y a mis tres hermanos con un carro de fruta entre calle Matriz y Bustamante, donde nació Valparaíso. Los mayores emigraron al extranjero y yo seguí mis estudios, pero siempre apoyando a mis padres en el carro. En el 93 nos establecimos con un local en el mismo callejón de la Matriz, donde conformé a mi hermosa familia, criando a mis hijas mayores y, con los años, mis hermanos quisieron que emigrara con ellos, especialmente, por el bienestar de mis hijas, hoy profesionales, pero como nos iba bien, ignoré la invitación… Por 2008, las ventas bajaron y el barrio se puso peligroso. Me enteré que sería padre de un varón y fue, ahí, que me cuestioné si era viable seguir haciendo lo mismo. Fue al año siguiente que un amigo portuario me vio triste y preocupado y fue él quien me motivó a sacar el “carnet rojo”.

Gerardo Orellana en entrevista con PortalPortuario

¿Fue fácil o difícil encontrar trabajo?

Al sector portuario no era fácil entrar, pero a final de 2009, en diciembre, crucé la reja que separa calle Errázuriz con el espigón del puerto por primera vez.

¿Cómo fue su comienzo en el puerto?

Llegué a trabajar al Sitio 8, encontrándome con un mundo totalmente diferente. En 2010 entré a Ultraport, en donde me especialicé en horquilla y luego en tractocamión, donde estuve 11 años. Para 2021 fui contratado por TPS como operador de tractocamión y es aquí donde encontré la pasión por enseñar, siendo -ahora- instructor de operador de tracto camión.

¿Cómo es el trabajo en el puerto?

Desde la fecha que llegué a hoy, el terminal ha tenido un crecimiento rápido en seguridad, equipos, lo cual nos deja hacer un trabajo óptimo y eficiente. Aquí encontré varias formas de trabajar, aquí hay un conjunto de personas que todas reman para el mismo lado. Eso yo lo replico en mi casa, porque cuando trabajamos en conjunto y con seguridad salen las cosas.

Usted tiene entre sus tareas, dentro del terminal, la de enseñar y cuando lo cuenta también se emociona ¿Por qué? 

Nunca pensé que la palabra enseñar iba a entrar tanto en mí. Me apasiona enseñar, no quiero llevarme nada y todo lo que he aprendido lo quiero enseñar para que, de la mejor manera, salgan adelante las nuevas generaciones de tracto camión.

¿Cómo ha sido enseñar a operar este nuevo tracto camión?

Tractocamión Mafi

La llegada de estas máquinas viene a reemplazar una flota de camiones que ya tuvieron su tiempo. Los Mafi son unos camiones modernos y se puede enseñar de mejor manera, porque trae un espacio para acompañante, se optimizan las operaciones y un sinfín de cosas que no se tenía con los otros camiones como una buena ergonomía, además de equipamientos y mejores capacidades.

¿Es apasionante trabajar en el puerto? 

¡Síiii po’h! ¡De todas maneras!

¿Por qué?

Es apasionante por lo que se hace. Es una pega en sí riesgosa, pero con seguridad sale todo adelante. Este es un trabajo que yo vi de afuera y, ahora, encontrarme con esto hoy en día acá es algo bonito, encantador y apasionante para mí. Por eso, sueño con que los futuros operadores trabajen como corresponde, que sean responsables, que tengan disciplina, que cumplan con la seguridad, ese es mi sueño.

Durante los últimos años ha habido discusión sobre la relación ciudad-puerto, incluso con opositores a la actividad ¿Qué le diría no a ellos, sino, a quienes a todos los que no conocen el puerto? 

El puerto no sólo es un paseo en lancha o Año Nuevo en el mar. Ojalá todos pudieran venir a conocerlo por dentro, porque es un mundo diferente que los asombraría, no solo por las inmensas maquinarias que trabajan día y noche 24/7 moviendo los contenedores. Aquí, hay trabajadores, hay historias, hay cariño y emoción. Por eso, a quienes creen que Valparaíso no necesita puerto, les digo que antes de adoquines, callejones y ascensores, ya existía el malecón de atraque. Sus primeras faenas portuarias se ejecutaron a los pies del primer escalón del atrio de la Iglesia Matriz. Por eso, Valparaíso necesita al puerto, porque nos abre a todos y a las futuras generaciones de trabajadores, sean vecinos o de otras comunas, un mundo de oportunidades. Valparaíso tiene que seguir creciendo de la mano del puerto siempre y, ahora que soy portuario, no solo puedo decir que crecí entre adoquines, ascensores, cajas de fruta y escalera, sino que puedo decir que también crecí entre contenedores y grúas.


 

Compartir
Tambien te puede interesar


Translate »