Por José M.P. Sánchez
Asesor estratégico externo de la Asociación Mundial de Ciudades Portuarias (AIVP).
Cuando hablamos de puertos solemos centrarnos en el su valor económico y logístico. Su aportación al PIB regional o nacional suelen ser argumentos principales para defender inversiones y presentar nuevos proyectos. De hecho, cuando en los medios de comunicación se discuten problemas económicos, frecuentemente aparece una imagen de terminales de contenedores o grandes buques. Sin embargo, éstos no son los únicos valores que encontramos en puertos y ciudades portuarias. El puerto depende tanto de los flujos de mercancías cómo de la capacidad de sus trabajadores de responder de forma eficiente a estas demandas.
Guiándonos por la definición del Foro Económico Mundial podríamos decir que este capital humano es el conocimiento y las habilidades que la gente posee y que le permiten crear valor en el sistema económico mundial, en este caso en ciudades portuarias. Al mismo tiempo, los puertos han sido lugares propensos a la innovación tecnológica. La mecanización de las operaciones portuarias obliga a una constante adaptación y educación de los trabajadores, una actualización del capital humano. La 4ª revolución industrial en la que ya nos encontramos, incluirá nuevos desafíos, y requerirá nuevas capacidades y otros profesionales. La formación esta ganando cada vez mayor importancia, y establece nuevas conexiones con la sociedad local, que debe ver el puerto cómo un lugar para desarrollar una carrera profesional, también ligada a nuevas tecnologías. Esta constante inversión en el capital humano es el 5º objetivo de la Agenda AIVP 2030.
Si pretendemos que las nuevas generaciones vean el puerto como un lugar en el que basar su futuro, es necesario apostar igualmente en el capital cultural de los puertos y ciudades portuarias. Las estructuras sociales portuarias antes mencionadas han desarrollado a lo largo de la historia una conexión extraordinaria con la identidad local. El patrimonio portuario, tangible e intangible, es un activo excelente sobre el cual facilitar una conexión con la gente local que en muchos casos ha ido perdiendo la conexión con el puerto. Cómo indica el profesor Van Hooydonk, y defendemos en el objetivo 6 de la Agenda AIVP2030, es necesario desarrollar estos “soft values” para reconectar con el público y recuperar el orgullo de pertenecer a una comunidad portuaria.
Hoy en día ya hay varias iniciativas que se centran en el desarrollo del capital humano y cultural de las ciudades portuarias. Por ejemplo, en La Rochelle, Francia, la Unión Marítima y el puerto crearon la red CAP de la economía portuaria. En esta red se reúnen a todas las empresas y actores de empleo y educación para facilitar la conexión y promover el conocimiento de los trabajos del puerto. Esta red centraliza la comunicación y establece nexos entre programas educativos y las necesidades de las empresas. De esta forma se crean sinergias que permiten el desarrollo del territorio y el puerto.
Otro ejemplo positivo es la iniciativa llevada a cabo en España, llamada Ports 4.0. Este fondo de innovación de unos 20 millones de €, permite un apoyo económico en investigaciones avanzadas en el sector marítimo y portuario. Varios puertos españoles ya se han adherido al programa, con diversas propuestas, asociando empresas del sector y universidades, dando la oportunidad a nuevas start-ups. Esto permite el desarrollo de nuevas profesiones ligadas a los puertos. Por ejemplo, en Bilbao, el puerto ha creado el Bilbao Port Lab, reuniendo a los diferentes niveles de gobiernos, la universidad Mondragón y la comunidad portuaria. El puerto invertirá 400 000 € adicionales en proyectos que tengan especial interés apoyando la investigación y su aplicación práctica. Otras iniciativas en el mismo país que establecen similares conexiones son el proyecto Blue Growth en Vigo, o la fundación Valencia Port, que desarrolla desde hace tiempo programas de formación e investigación.
Hoy en día, la divulgación de la cultura portuaria forma parte de la mayoría de las autoridades portuarias, inserida en sus planes de responsabilidad social corporativa. Los días de puertas abiertas, conciertos o eventos deportivos en terminales son cada vez más frecuentes. Hay muchos ejemplos, pero en algunos casos se está yendo aún más lejos. En diferentes regiones y países, estos eventos que permiten a los ciudadanos entrar en el puerto y conocerlo, se están organizando a una nueva escala. Por ejemplo, el día italiano de los puertos, organizado por Assoporti con los 20 principales puertos del país. Una acción coordinada a escala nacional permite una mayor repercusión mediática, captando la atención de los ciudadanos. Más de 20 000 personas visitaron los puertos de sus ciudades entre los días 17 y 22 de mayo de 2019. Cada caso siguió un plan adaptado a su puerto, respondiendo a su configuración y disponibilidad de recursos. Esta iniciativa permitió la integración de las jornadas que ya organizaba cada puerto de forma independiente, como en los casos de Livorno o Venecia.
Los eventos populares son sólo un primer paso para acercar a la población al puerto. Estas jornadas tienen una duración limitada, por lo que es necesario invertir en herramientas que permitan un contacto continuo, como los Port Centers. Los Port Centers son espacios que albergan una exposición que permite al público conocer el puerto de una forma más fácil y cómoda. En torno al Port Center se puede organizar el calendario de eventos del puerto, estableciéndose como el punto de encuentro con el público. Además de explicar las actividades portuarias contemporáneas, se puede explorar el pasado del puerto, sus representaciones culturales, las profesiones actuales y el capital humano, o incluso organizar debates sobre temas más complejos cómo el impacto ambiental o nuevos proyectos. Los Port Centers tienen una función educativa, no sólo para que los ciudadanos conozcan el puerto, si no también para que la comunidad portuaria conozca lo que los ciudadanos opinan y demandan del mismo puerto. AIVP lleva defiendo este concepto desde hace varios años, organizando la Red de Port Centers y encuentros para discutir las innovaciones más relevantes. Lo que empezó como una herramienta para explicar el puerto, ha demostrado potencial para ser la base de las principales discusiones sobre la relación entre ciudades y puertos.
Si queremos desarrollar relaciones sostenibles entre ciudades y puertos, es necesario invertir en más valores que los puramente económicos. El puerto posee otros tipos de capital, que son vías fundamentales para conectar con los ciudadanos. No podemos olvidarnos que las ciudades son las personas, no los edificios, calles o automóviles, y que la conexión con ellas va más allá de aspectos físicos. Los ciudadanos deben sentir que el puerto es parte de sus vidas, para mucho más que para traer la mercancía de las tiendas. El desarrollo sostenible incluye tres pilares, económico, ambiental y socio-cultural. No nos olvidemos de este último.