Por Redacción Grupo T21

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El Puerto de Lázaro Cárdenas, segundo más importante del Pacífico mexicano en movimiento de contenedores y líder en el manejo de automóviles nuevos, enfrenta una crisis, ya que un puñado de operadores del autotransporte bloquearon desde la madrugada del 4 de septiembre los accesos al recinto fiscal, en protesta por largas horas de espera para poder cargar o descargar mercancías.

Los transportistas denuncian tiempos de espera que superan las 36 horas, al parecer, provocadas por el endurecimiento de las inspecciones a las mercancías por parte de la autoridad aduanera. Además, se agregan otros elementos como malas condiciones durante la espera: falta de sanitarios, alimentos y espacios adecuados para resguardarse del sol o la lluvia.

La situación, señalan, se ha vuelto insostenible y golpea directamente a la economía de los operadores del transporte federal, quienes dependen de la rotación ágil de viajes para mantener ingresos estables.

Frente al bloqueo, la Administración del Sistema Portuario Nacional (Asipona) Lázaro Cárdenas reconoció la existencia de la protesta, aunque minimizó el impacto en la operación general del recinto. En un comunicado oficial precisó que “el flujo de salida de mercancías se mantiene operando, y se continúa trabajando para reducir al mínimo cualquier afectación a las actividades logísticas”.

La autoridad portuaria aseguró además que mantiene coordinación con la aduana y las terminales “a fin de entablar un diálogo respetuoso y avanzar en un proceso de negociación que permita restablecer el acceso total al puerto”.

Sin embargo, los transportistas han advertido que no levantarán el bloqueo hasta que se garantice una solución de fondo a las deficiencias que enfrentan desde hace más de un año.

La crisis en Lázaro Cárdenas deja en evidencia una paradoja, ya que mientras el puerto busca consolidarse como un hub estratégico para el comercio exterior, especialmente en el movimiento de vehículos y contenedores, sus eslabones más frágiles –la aduana y los servicios al autotransporte– se convierten en cuello de botella que vulnera la competitividad de toda la cadena logística.