Por Philippe Matthis
Presidente de AIVP – la red mundial de ciudades portuarias
Hace 30 años, puertos y ciudades eran dos territorios más independientes, con actores bien diferenciados. No había la consciencia que existe hoy en día de las consecuencias de las acciones humanas sobre el planeta. A pesar de que ya desde 1987 la ONU había dado su famosa definición de desarrollo sostenible (People, Planet, Profit), no existía la urgencia que vemos hoy en día. Avanzamos unas décadas y llegamos a 2015, cuando la ONU aprueba los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, con sus respectivas metas. Estos objetivos abarcan todos los aspectos de la sociedad contemporánea. Desde entonces hemos visto como numerosas iniciativas de gobernanza y debate a nivel nacional e internacional han ido avanzando en la misma dirección. Por ejemplo, el reciente “Green Deal” de la Unión Europea, la discusión en torno al COP25, la nueva normativa IMO 2020, o con una raíz social no gubernamental, el movimiento “viernes por el futuro”, protagonizado por adolescentes que tiene en Greta Thunberg a su máxima representante. En AIVP nos preguntamos entonces, dentro de este contexto en acelerada transición y cambio, ¿qué papel juegan las ciudades portuarias?
Está claro que las ciudades portuarias tienen un papel central por su rol como centros sociales, económicos, logísticos, culturales, donde se cruzan flujos globales con contextos locales. Pero, ¿cuáles son entonces los desafíos a lo que se enfrenta la relación puerto-ciudad en la próxima década? Para encontrar una respuesta a esta compleja pregunta, AIVP solicitó a expertos de todo el mundo su opinión, teniendo en cuenta diferentes contextos. El resultado de este ejercicio fue la Agenda AIVP 2030, que sintetiza los principales desafíos para la relación puerto ciudad hasta 2030, año escogido por la ONU como marco temporal. La Agenda AIVP 2030 se estructura sobre 10 objetivos, con medidas concretas, que ya ha sido adoptada por más de 80 organizaciones en todo el mundo, incluyendo varios puertos y ciudades chilenas, argentinas, españolas, entre otras.
Estos 10 objetivos representan 10 áreas estratégicas en las que los actores de ciudades puerto deben actuar respondiendo a las prioridades de su contexto local. De forma resumida, los 10 desafíos para la relación ciudad puerto en la próxima década serán la adaptación al cambio climático, la transición energética y economía circular, la movilidad sostenible, una gobernanza renovada, la inversión en capital humano, el desarrollo de la cultura e identidad portuaria, una alimentación de calidad para todos, el desarrollo equilibrado de la interfaz puerto-ciudad, garantizar la salud y calidad de vida de los ciudadanos y proteger la biodiversidad. Estos 10 campos requerirán acciones específicas y deberán ser integrados en los proyectos de desarrollo urbano-portuarios. Hoy más que nunca, la acción debe integrar a todos los actores, ya que individualmente las autoridades portuarias o los ayuntamientos no serán capaces de avanzar con la celeridad ni la contundencia necesaria. Nuevas coaliciones y colaboraciones incluyendo a los ciudadanos, son necesarias de forma que la relación puerto-ciudad sea en 2030 más sostenible que hoy en día.
Los 10 objetivos son todos igualmente importantes, centrarse en uno exclusivamente resultaría en un desarrollo desequilibrado. Pero teniendo en cuenta las noticias negativas que hemos escuchado en los últimos meses sobre el impacto del cambio climático en nuestro planeta, resulta obvio que es extremamente urgente conseguir que este desarrollo se logre reduciendo al mínimo las emisiones de gases contaminantes, llegando idealmente a eliminarlas (lo que se conoce en inglés como “carbon neutral”). Autoridades portuarias y municipios deben definir reglas claras de actuación que premien actividades limpias, al mismo tiempo que castiguen las más contaminantes.
Si prestamos atención a las comunicaciones de la comunidad científica, fácilmente caeremos en el pesimismo derrotista. De todas formas, no podemos escapar a esta responsabilidad, los actores fundamentales en las ciudades portuarias deben liderar, desde lo que podríamos llamar un optimismo pragmático, que nos motive a la acción. Tenemos cada vez más información disponible para saber cómo y dónde actuar. La innovación asociada a las tecnologías “Smart” nos abren un mundo de posibilidades para responder a este desafío. El tiempo apremia y tenemos que actuar. Desde AIVP estamos motivados a acompañar y jugar nuestro papel compartiendo buenas prácticas, favoreciendo el diálogo y dando visibilidad a las relaciones puerto-ciudad en los foros políticos globales, siempre con el apoyo de nuestros miembros.