Sergio González: “Es hora de imitar a los líderes visionarios”

Sergio González Cruz es dirigente del Sindicato TPP SVTI SA.


Hace un par de semanas anunció su retiro de la vida empresarial más activa Andrónico Luksic, en cuyo consorcio se encuentra la mayor empresa portuaria del país con presencia directa, en al menos, cinco países y que ahora pasó a ser parte del gigante alemán Hapag-Lloyd.

Su paso por el sector no resultó inadvertido, su visión de un trabajo cercano a los sindicatos se notó, causó revuelo y extrañeza en todos, donde gerencias y dirigentes vieron inicialmente ese enfoque con desconfianza hasta con resistencia, pero de a poco se empezó a ver que lo que estaba detrás era la necesidad de hacer de las empresas un ente estable y socialmente sustentable, una visión industrial propia de países desarrollados que buscó e insistió en que se instalara en nuestros actuar cotidiano con lo que, no sin problemas, se avanzó en el encuentro de dos mundos con intereses distintos, pero que conviven en un mundo común y que mutuamente se necesitan. Si bien, puede verse como algo nimio, en el sector esto fue una visión revolucionaria y donde muchas lecciones se pueden sacar.

No son pocos los sociólogos y politólogos que reconocen la existencia de un fin de época, de cambio social, donde en muchos países las sociedades y su ciudadanía a estado manifestándose, solicitando un nuevo acuerdo social porque el actual paradigma ya no consigue satisfacer las necesidades de los habitantes. Este periodo de transformaciones ha generado conflictos en muchas latitudes y nuestro país no ha escapado a ello, donde las ansiedades por cambios profundos y rápidos de unos chocan con los temores a las reformas y a lo nuevo de otros.

Lo cierto es que los tiempos nos han encontrado y no podemos seguir actuando de forma negacionista, evasiva o disociada de la realidad. Debemos aprender de la historia y de las experiencias de otros continentes, donde conflictos fratricidas llevaron a entender que un país desigual, con baja democracia o participación ciudadana, donde los intereses de unos pocos que se imponían a las necesidades de muchos no daban futuro a una sociedad. No debemos llegar a tragedias con millones de muertos, como ocurrió en Europa para entender que hay normas sociales, como la solidaridad y democracia que deben respetarse para que una sociedad sea viable y sustentable.

Es en este contexto y reflexión donde han surgido voces que procuran crear otro camino distinto a esta guerra de trincheras y buscan privilegiar el diálogo y la empatía para avanzar hacia acuerdos. Es ahí donde podemos reconocer la figura de Andróniko Luksic como alguien que entendió tempranamente esta situación procurando, sin ausencia de dificultades, instalar procesos continuos de diálogo entre trabajadores y empresa, respetando la autonomía sindical y el ejercicio democrático de éste. Claro está que, producto de una mochila histórica que el mundo obrero carga, se iniciaron esos diálogos con desconfianza, algunos no pudieron vencer eso, pero otros si consiguieron superar esa primera impresión y entender que la única forma de construir esa vida sustentable era mediante el diálogo entre las partes, en busca de acuerdos, como ciudadanos de este país.

En este momento en que vemos que no logramos superar las posiciones dogmáticas de los actores sociales es que las actitudes y acciones llevadas por Luksic se muestran como un camino a seguir y necesarias de imitar, donde no se niega el que tenemos visiones distintas en muchas cosas, que hay aspectos en que diferimos quizás profundamente, pero entendiendo que nada se logrará si no nos abrimos realmente al diálogo, buscando puntos comunes desde donde partir y con ello entablar una real discusión que procuren dar respuesta y soluciones permanentes y sustentables a las necesidades de la gente y comprender que una sociedad sin justicia social no es viable para el desarrollo de ningún emprendimiento.

Estas personas y lideres, aunque no lo busquen ser, son dignas de imitar por sus pares, donde la visión no sólo de la rentabilidad es lo único que importa, sino también la sustentación social de lo que se emprende. Y se agradece que un importante empresario como Andrónico Luksic haya actuado de esa forma y esperamos que quienes sigan continúen con esa visión y que ésta empiece a generar frutos donde otros se sientan llamados a seguir ese ejemplo.


 

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