Por Verónica Castillo Rogers

Presidenta Federación de Servicios Turísticos de Valparaíso (Fesetur)

El daño suma y sigue para los porteños a causa del prolongado conflicto entre trabajadores portuarios eventuales y su empleador; efectivamente, el empecinamiento de TPS y la ineficacia del ente estatal -EPV-, cuya principal misión estriba en cuidar el funcionamiento del área confiada, han provocado una difícil situación al turismo local y  nadie responde por estas pérdidas

La mezquindad de unos y la ineficiencia de otros llevó a que los costos los pagaran -una vez más- no sólo los trabajadores en conflicto, sino la economía local. Las empresas de nuestro sector han sido fuertemente afectadas, lo que ha obligado incluso al despido de trabajadores.

Las consecuencias de las movilizaciones fueron inmediatas: varias naves fueron desviadas a San Antonio, entre ellas dos cruceros; de los pocos que quedaban recalando esta temporada en Valparaíso. Tanto o más grave como el desvío de estos buques, es la confianza que pierde nuestro puerto para la industria de cruceros, y con ello las actividades ligadas al turismo.

El nombramiento del actual Presidente (i) del Directorio de EPV, Raimundo Cruzat, no mitiga ni repara ni en lo más mínimo el daño ya inferido y proyectado por la pérdida de confianza de los armadores de cruceros en nuestro puerto.

Con el arribo del nuevo personero, se informó que se instalaría una mesa de diálogo entre los portuarios eventuales y TPS, lo que suscitó la expectativa de retomar nuestras actividades con regularidad; pero, una vez más, la pusilanimidad de las autoridades del sector frustró un inicio de acuerdo.

Cabe reiterar y enfatizar que el detrimento ya provocado es irreparable, aun así, llegamos a abrigar la esperanza de que se arribara a acuerdos que terminaran de una vez con el menoscabo a la actividad turística; considerando que se debe asegurar la recalada y atención de los próximos cruceros. Sólo así se posibilitaría que los armadores retomen confianza en la seriedad de Valparaíso, sus autoridades y trabajadores y nos consideren en sus itinerarios futuros.

La innegable mezquindad del concesionario TPS y la vergonzosa inoperancia de EPV mantienen en vilo, no sólo a nuestra actividad sino también a la economía porteña. Un mes de bloqueo al puerto -aunque parcial- es inconcebible para nuestra economía y nos lleva a plantearnos la validez del sistema de concesiones portuarias, en cuanto la autoridad política central se muestra como un ente pasivo, rayano en la desidia, cuando se trata de velar por el interés de la ciudadanía y los trabajadores, frente a los intereses de la empresa privada.

El gobierno central, a través del Ministerio de Transporte y el Ministerio del Trabajo, muy poco o nada han hecho para resolver el conflicto. Por su parte la máxima autoridad regional, el Intendente, se limita a comentar que se trata de un conflicto entre privados. Como corolario de esta trágica pantomima, dos honorables diputados se entreveran en mutuas descalificaciones personales, alejadas del drama que viven los porteños.

De las autoridades políticas sólo el alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, se ha involucrado en el tema desde el principio ofreciendo diversas instancias para solucionar el conflicto; pero han sido infructuosas ante la tozudez de TPS y la pasividad de EPV.

Se debe considerar que la vía marítima constituye la principal  puerta de ingreso de turistas en  periodo estival a nuestra ciudad. Hoy alrededor de 100.000 turistas ya no llegan y se van alejando, casi sin retorno.

Insistimos en que todo ello nos demuestra lo relevante de una pronta construcción de un muelle exclusivo para cruceros; el cual ha de contar con un equipo de trabajadores portuarios especializados y una gobernanza autónoma, que quede al margen de litigios ajenos a la actividad turística.

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