Los ríos Paraguay y Paraná seguirán afectados por la crisis hídrica que sufren desde 2019, dado que los análisis climatológicos no permiten anticipar una mejora en sus niveles dadas las actuales previsiones de precipitaciones, según el subgerente de Sistemas de Información y Alerta Hidrológico del Instituto Nacional del Agua (INA), Juan Borús.
El profesional comentó que el escenario de sequía que dificulta seriamente la navegación en la Hidrovía se extendería durante el otoño de 2022 (marzo-junio).
El especialista señaló a Ser Industria con respecto al caudal de la Hidrovía, que “venimos siguiendo la evolución de las lluvias en general con certeza y seguridad. Desde fines de noviembre advertimos que íbamos a tener un final de primavera y un verano sin sorpresas. Eso significaba una mala noticia y lamentablemente se va confirmando. Ni el pronóstico meteorológico, ni la tendencia climática en general, que actualmente se extrapoló hasta el 30 de abril, indican la probabilidad medianamente significativa de tener una mejora”.
El funcionario añadió que “por lo tanto, el escenario de sequía que estamos viviendo, va para cumplir tres años, desde junio del 2019 al 2022. En materia de bajante significativa del Paraná son dos años. Es mucho, porque además serían tres otoños consecutivos con bajos niveles, pensando en la navegación fluvial y en la logística portuaria, en condiciones realmente críticas”.
Borús indicó que “está todo en niveles muy inferiores, al límite de aguas bajas y obviamente condicionando fuertemente el calado de los buques y la operatoria portuaria. No tenemos muchas razones para ser optimistas (…) No encontramos razones para pensar que algo esté cambiando o mejorando”.
Respecto al Río Uruguay, el ingeniero dijo que “La cuenca del Uruguay está en una condición realmente crítica. En enero se alcanzó, a la altura de Paso de los Libres. el caudal más bajo de la historia y ha quedado fluctuando en valores muy bajos. El caudal entrante a Salto Grande es del orden de entre 500 y 600 metros cúbicos por segundo. Eso significa, aproximadamente, la quinta o sexta parte del caudal normal que debería entrar a esta altura del año. Como en 2020, vuelven a estar en Río Grande do Sul muchas localidades con la oferta de agua condicionada”.
El subgerente cerró concluyendo que “lo que se puede decir en forma muy general es que no tendríamos lluvias superiores a las normales, que es lo que necesitamos para que el río reaccione rápido. Si cayeran lluvias fuertes, la humedad de suelos en las regiones de respuesta sumamente rápida alcanzaría más velozmente una condición normal y tendríamos excedentes que alimentarían a los afluentes y éstos a los grandes ríos para tener una mejora medianamente rápida. Pero como eso en principio no se daría, me animo a decir que todo el otoño todavía estaremos hablando de la bajante del Paraná”.