Europa y Estados Unidos pueden contar con nuevos retrasos y escasez de importaciones de productos electrónicos procedentes de China como consecuencia del estricto confinamiento por Covid-19 en Shanghái, según advierte un economista del Instituto de Economía Mundial de Kiel (IfW-Kiel).
Vincent Stamer, experto en comercio mundial, explicó a DW que las exportaciones del mayor puerto de contenedores del mundo, el de Shanghái, han caído casi un tercio.
Stamer tuiteó un gráfico que mostraba que los volúmenes de carga de salida de Shanghái habían caído bruscamente, mientras que el volumen de otros puertos chinos se mantenía estable. Otros datos portuarios muestran que el volumen medio diario de 140.000 contenedores se ha reducido a 100.000 al día.
Shanghái es la zona cero de la mayor ola de Covid-19 en China desde que comenzó la pandemia, hace más de dos años. Con una población de 26 millones de habitantes, la ciudad portuaria se encuentra en un estricto confinamiento desde el 28 de marzo, que ha obligado a algunos trabajadores a dormir en sus fábricas.
Retrasos en la electrónica de consumo
Las fábricas de la región que rodea a Shanghái están especializadas en la exportación de bienes de consumo, como tabletas y televisores, así como de bienes electrónicos más sofisticados e intermedios, utilizados para la fabricación en Occidente.
“Parece que la fabricación se ha desacelerado en la región de Shanghái, y las mercancías no han llegado al puerto para ser cargadas en los buques portacontenedores”, dijo Stamer.
Según el experto, los retrasos se notarían en Europa en unos dos meses, ya que los buques portacontenedores tardan entre 5 y 6 semanas en viajar desde Shanghái hasta el puerto de Hamburgo, al norte de Alemania, y otras dos semanas en descargar y entregar la mercancía.
Nuevos retrasos alimentarán la inflación
Stamer predijo, de acuerdo a la Deutsche Welle, que los bienes de consumo se encarecerían este verano como consecuencia de ello, y añadió que Alemania podría estar entre los países más afectados por los retrasos, ya que casi un tercio del comercio marítimo entre China y la mayor economía de Europa se envía a través del puerto de Shanghái. En la actualidad, entre el 5 y el 8 por ciento del comercio entre ambas naciones sufre retrasos, comentó.
El representante económico de Alemania en China, Maximilian Butek, respaldó esa previsión, declarando el viernes (22.04.2022) a la agencia de noticias DPA que las rutas alternativas a través de otros puertos no eran suficientes para amortiguar la pérdida.
Butek coincidió en que el Puerto de Shanghái en sí no era el mayor motivo de preocupación, ya que los verdaderos retrasos se debían al transporte de las mercancías desde las fábricas hasta el puerto.
Cadenas de suministro ya se ven afectadas
Los nuevos retrasos agravarán, sin duda, una crisis de las cadenas de suministro que ha crecido desde el momento álgido de los primeros confinamientos por Covid-19 en todo el mundo, en la primavera de 2020.
En un principio, la pandemia obligó a cerrar gran parte de la economía mundial, lo que forzó a las empresas de transporte a cancelar planes de envío. Eso, a su vez, dejó decenas de buques portacontenedores anclados frente a las costas de los puertos occidentales y chinos, a menudo en el lugar equivocado.
Como resultado, más de tres cuartas partes de los puertos del mundo han experimentado tiempos de espera inusualmente largos en los últimos dos años, según Bloomberg.
No hay una solución rápida
“Mi intuición es que los retrasos podrían empeorar un poco antes de mejorar”, advirtió Stamer. Y predijo, asimismo, que las cadenas de suministro mundiales “no volverán a la normalidad en este año”, porque los cuellos de botella en los puertos y el transporte marítimo son complicados de resolver.
“En los próximos 12 meses deberíamos ver cierta mejora, pero solo si se pueden evitar otros confinamientos en China”, añadió Stamer.
Los dirigentes chinos han llevado a cabo una estricta estrategia de “cero covid” que incluye toques de queda, pruebas masivas y requisitos de cuarentena desde que el virus apareció en Wuhan, a finales de 2019.
Este enfoque está siendo puesto a prueba por la llegada de la subvariante ómicron BA.2 del coronavirus, y porque las vacunas chinas no son tan eficaces como las producidas en Estados Unidos y Europa.