Juan Duarte es CEO de DUAGA

En el mundo de la navegación marítima pocas rutas son tan vitales como lo son el Canal de Panamá y el Mar Rojo que da acceso desde Oriente al Canal de Suez, hoy sumido en una crisis dado los ataques hutíes que lo han vuelto casi intransitable, dejando los cruces reducidos a una expresión mínima. El mismo panorama se observa en su símil centroamericano que, lejos de los misiles terroristas, debe combatir contra una de las más severas sequías de la historia de las que se tenga memoria en el istmo panameño.

Estos corredores acuáticos estratégicos que conectan océanos y continentes han sido testigos de una serie de acontecimientos que han llegado a sacudir, en cierta medida, los cimientos del comercio global y la geopolítica regional. Así pues, teniendo en cuenta las recientes crisis que han ocurrido en estas rutas marítimas es menester, y objetivo de este artículo, explorar en detalle las causas y consecuencias de estas coyunturas para el comercio global.

La crisis en el Canal de Panamá ha desencadenado preocupaciones en el entorno marítimo. Desde la inauguración del canal en 1914, este ha sido una de las principales vías de transporte marítimo, facilitando el comercio entre los océanos Atlántico y Pacífico reduciendo de manera significativa las distancias y los costos asociados con el transporte de mercancías. No obstante, en estos últimos años el canal ha experimentado una serie de desafíos que han puesto en peligro su eficacia y confiabilidad.

La más reciente crisis en el canal de panamá se da como resultado directo de la severa sequía que afecta a Panamá, exacerbada por los efectos del fenómeno climático El Niño, que han ocasionado una marcada disminución en el nivel de agua del lago artificial Gatún, una fuente crucial de abastecimiento de agua para el funcionamiento del canal como se muestra en la gráfica a continuación realizada por S&P Global con información de la Autoridad del Canal de Panamá.

Las autoridades del Canal de Panamá se han visto en la necesidad de implementar medidas drásticas que afectan el tráfico marítimo en esta vital vía de navegación. Las consecuencias de esta crisis no se han hecho esperar, el número de buques que transitan se ha reducido de entre 36 y 38 por día a solo 18 y con plan de contingencia de subir a 24. La formación de cuellos de botella en el canal está generando tiempos de tránsito más prolongados, lo que se traduce en costos adicionales directamente reflejados en las tarifas .

Esta situación ha llevado a que algunos transportistas comiencen a desviar el comercio desde Asia hacia la costa este de los Estados Unidos a través del Canal de Suez. Sin embargo, la guerra en Oriente Medio también está generando incertidumbre sobre la viabilidad de esta ruta alternativa.

Los costos de envío eventualmente recaen sobre el producto, por lo que el 80% de todos los bienes sentirán los efectos de los cuellos de botella cada vez más estrechos. La creciente demanda de toneladas-millas podría significar mayores ganancias para los propietarios de buques, pero también precios más altos para los consumidores de productos transportados por mar.

Tras analizar detenidamente la crisis que enfrenta el Canal de Panamá, es importante dirigir nuestra atención hacia otra importante vía marítima: el Mar Rojo. Esta región estratégica, hogar de una de las rutas marítimas más transitadas del mundo, ha sido testigo de una serie de desafíos que impactan tanto el comercio internacional como la seguridad regional. La escalada de conflictos en la zona, junto con las preocupaciones relacionadas con la seguridad marítima y la navegación, plantean serias interrogantes sobre el futuro del tráfico de buques en esta vital arteria acuática. Es crucial comprender cómo las dinámicas geopolíticas y los eventos regionales están moldeando el panorama de la navegación en el Mar Rojo y cómo estas tendencias podrían afectar el comercio global en los próximos años.

La ubicación estratégica de Yemen en el Golfo de Adén, sirve como puerta de entrada al Mar Rojo y, aún más significativamente, al Canal de Suez. Este canal es una de las vías marítimas más cruciales, junto con el Canal de Panamá. Teniendo presente esta información, resulta fácil comprender los posibles impactos y consecuencias que esto puede tener en el comercio global.

Ante la crisis de seguridad que afecta la región, diversas navieras han optado por no transitar por esta ruta. Es así como cuatro de las cinco principales empresas navieras a nivel mundial, Maersk, Hapag-Lloyd, CMA CGM Group y Evergreen, junto con importantes compañías petroleras como BP, han suspendido el transporte a través del Mar Rojo debido a los temores de ataques por parte de los hutíes. Estas decisiones han provocado un incremento en los precios del petróleo y el gas . Cómo se puede ver en la siguiente gráfica elaborada por Reuters que muestra la disminución de transito de petroleros por el Mar Rojo y un aumento en el Cabo de Buena Esperanza.

Además, los precios de transporte de contenedores entre Asia, Europa y EE. UU se han visto aumentados debido a una reducción de la capacidad gracias al conflicto en la zona. Un claro ejemplo de esta situación, es que en el mes de Enero el envío de un contenedor de 40 pies desde Asia a Europa superó los 4000 dólares significando así un aumento del 173% desde que empezaron los desvíos en diciembre.

Asimismo, otro indicador que refleja el comportamiento del mercado ante la situación en el Mar Rojo es el Índice Mundial de Contenedores Drewry. Este índice muestra un aumento significativo en las tarifas de envío desde China hacia Europa, duplicándose desde el 21 de diciembre. Además, las tarifas desde Shanghái hacia Los Ángeles han experimentado un incremento del 30% . Estos aumentos son resultado de la ralentización del tráfico en el Canal de Suez, el cual se ha reducido en más de una cuarta parte debido a que los buques están optando por rutas más largas para evitar los ataques con misiles y drones.

Por ello, la palabra reina durante 2024 será “Geopolítica” esta tendrá impacto en las cadenas de suministro, los precios, la efectividad de las políticas monetarias para el control de la inflación y el crecimiento de las economías a nivel global, en el marco de una demanda cada vez más debilitada.