Andrew Cave es gerente general de Cave Group
Para quienes sufren un siniestro como un naufragio, la colisión de una nave contra un puerto o el incendio de un almacén portuario, entre muchos otros posibles siniestros de variada naturaleza, la angustia de saber que van a existir pérdidas, demoras y gastos imprevistos, que pueden afectar incluso la viabilidad de la empresa, son una fuente de estrés considerable.
Es en ese momento que el seguro contratado puede percibirse como el gran salvador que venga a solucionar rápidamente la situación, para dar vuelta la página y poder seguir normalmente con la actividad comercial.
Asimismo, puede también tomarse la actitud que el seguro está para pagar y, por lo tanto, debe hacerlo sin mayor tramitación y al más breve plazo.
Estas expectativas pueden potenciarse cuando un siniestro se vive por primera vez o cuando son de alta complejidad y costo, como suelen serlo los siniestros marítimos o portuarios.
¿Es justificado ese tipo de expectativas respecto de un seguro en esta industria de alta complejidad?
En general, la ocurrencia de un siniestro tiene dos dimensiones.
La primera de ellas es de carácter práctico: cómo apagamos el incendio, cómo recuperamos lo que se pueda salvar, cómo removemos los escombros o restos náufragos, etc.
La segunda es el aspecto financiero: quién va a pagar todo esto; y si debo ser yo, de dónde voy a sacar fondos, quién podrá asistirme en lo técnico y lo legal, etc.
En nuestra experiencia de 55 años en la industria de los seguros, representando a todos los Clubes de P & I y trabajando con las principales aseguradoras mundiales, los asegurados asumen que los seguros que han contratado pagarán todo, siempre y de inmediato.
Lamentablemente, esto no es lo que resulta en la realidad muchas veces, especialmente en el caso de siniestros de cuantía mayor, como suelen ser los siniestros marítimos y portuarios.
Las soluciones al problema existen y llegarán, pero ello presupone una investigación exhaustiva de los daños, el valor de los mismos y sus causas, de modo de tener certeza que el siniestro y sus consecuencias efectivamente encuentran cobertura en la póliza contratada.
Para frustración del asegurado, este proceso puede demorar más de lo que espera, y más cuando hay dudas respecto a las causas, consecuencias o valores de los perjuicios.
Un malentendido general es que se asume que cualquier pérdida sufrida o costo o gasto incurrido por el asegurado respecto del siniestro, será reembolsado por el seguro. Esto no siempre es el caso, puesto que el seguro sólo pagará lo que le corresponde conforme al contrato de seguros y no, simplemente, todo lo que el asegurado espera o quiere.
Por todo lo anterior, para las empresas de una industria como la marítimo portuaria, en la que habitualmente el capital invertido suele ser de montos importantes, es indispensable estar preparado para la ocurrencia de un siniestro, tanto en cuanto a planes de contingencia, personal y asesores, como reservas financieras y seguros.
La manera más segura de obtener una rápida y oportuna respuesta de parte del contrato de seguros radica en una total transparencia y colaboración con el asegurador y sus auxiliares, como asimismo un conocimiento de los términos del contrato de seguros, de las obligaciones y derechos que emanan del mismo para el asegurado y en la asesoría del corredor con el que se contrató la póliza.
Todo ello va en pos de aclarar cualquier duda que se produzca en el plazo más breve posible, para que el asegurador sepa que está pagando lo que corresponde por los conceptos y valores que son el resultado de un siniestro al amparo de los términos y condiciones del contrato de seguros.
En definitiva, en la medida que el asegurador y el asegurado sean empáticos y entiendan las necesidades y procedimientos que requiere desarrollar su contraparte, se justarán las expectativas almás en línea con de la realidad de cada caso y se allanará el camino para una solución pronta y correcta.












































