Roberto Paveck: ¿Cómo Transformar la escasez en prosperidad?

Roberto Paveck es economista y académico, especialista en innovación y en gestión de puertos, además de columnista de PortalPortuario


El sector portuario latinoamericano vive una paradoja interesante. El mismo sistema que representa más del 80% del comercio exterior de la región concentra, al mismo tiempo, gran parte de las ineficiencias que limitan su competitividad.

Como principales causas, estudios del Banco Mundial y de la Cepal señalan un déficit crónico de inversiones: mientras América Latina destina, en promedio, el 3% del PIB a infraestructura, Asia Oriental y el Pacífico invierten el 7,7%. Esta diferencia, estimada por el BID en 150 mil millones de dólares anuales, equivale hasta a 1 punto porcentual de crecimiento perdido cada año. No es casualidad que ningún país latinoamericano figure entre los 50 mejores del Índice de Desempeño Logístico del Banco Mundial.

El desafío se intensifica porque gran parte de las exportaciones latinoamericanas se concentran en bienes de bajo valor agregado, lo que hace que los costos logísticos resulten proporcionalmente más altos. En una región con recursos limitados y fuertes restricciones presupuestarias, no hay margen para desperdicios: cada decisión equivocada genera costos mucho mayores que en economías ya consolidadas. Ante este escenario, ¿cómo es posible transformar estas limitaciones en oportunidades reales para los puertos de la región?

Para intentar responder esta pregunta, pocas historias enseñan tanto como la de Singapur. Hoy reconocida por su prosperidad y dinamismo, esta pequeña ciudad-Estado enfrentaba un panorama crítico en 1965, tras la separación de Malasia. Sin recursos naturales y con gran parte de la población viviendo en la pobreza, parecía improbable que alcanzara algún protagonismo global. Sin embargo, bajo el liderazgo de Lee Kuan Yew, Singapur se transformó en pocas décadas en uno de los mayores hubs financieros y logísticos del mundo —fruto del pragmatismo, la planificación estratégica y una gobernanza ejemplar.

Lo más relevante de esta historia es que muestra cómo el éxito no depende necesariamente de la abundancia financiera, sino de la disciplina, la visión de largo plazo y el compromiso real con el desarrollo. Para el sector portuario latinoamericano, hay varias lecciones que extraer. La primera es la capacidad de planificar más allá de los ciclos inmediatos. Desde los primeros años de independencia, Singapur definió metas claras para urbanización, infraestructura y puertos, anticipando las futuras demandas de transporte, comercio y tecnología.

Un ejemplo contemporáneo es el Puerto de Tuas, cuya primera fase de construcción comenzó en febrero de 2015, con un plan para desarrollar un megaporto automatizado en cuatro etapas hasta la década de 2040, cuando estará en plena operación. Esta previsibilidad genera confianza en inversionistas locales y extranjeros, convirtiendo el crecimiento económico y la modernización logística en el resultado de una estrategia, y no del improviso.

La segunda lección tiene que ver con la manera de enfrentar la escasez. En Singapur, cada metro cuadrado, cada proyecto y cada recurso fueron planificados para generar el máximo retorno, convirtiendo la limitación de recursos en un estímulo a la eficiencia y la creatividad.

Para el sector portuario, esto exige mapear con claridad los recursos disponibles, identificar prioridades estratégicas y tomar decisiones con base en el impacto esperado de cada inversión. Aun con restricciones financieras, es posible avanzar de forma estratégica, asignando los recursos de manera inteligente y priorizando acciones que generen resultados concretos y sostenibles para los puertos latinoamericanos.

Por último, y quizás lo más decisivo, está la inversión en capital humano. Singapur entendió desde el principio que su principal riqueza son las personas. Por eso invirtió de forma consistente en educación, meritocracia y en la formación de liderazgos públicos capaces de tomar decisiones técnicas, transparentes y de largo alcance. Para el sector portuario latinoamericano, esta es una inspiración directa: ningún plan, tecnología o infraestructura tendrá éxito si no existen profesionales preparados para operarlos, gestionarlos y aprovechar todo su potencial de manera eficiente.

La experiencia de Singapur nos muestra que el camino hacia el desarrollo del sector portuario latinoamericano no depende únicamente de la cantidad de recursos disponibles, sino de la seriedad con que buscamos la excelencia y los resultados concretos. Al priorizar la eficiencia, reducir desperdicios y dirigir las inversiones de manera inteligente, América Latina puede transformar la escasez en prosperidad concreta. Ese es el camino más seguro para que la región conquiste una relevancia sólida y duradera en el comercio global.


 

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