Patricio Fredes es presidente de la Federación de Trabajadores Portuarios San Antonio Terminal Internacional (Fetraporsati)
Hoy, como cada 22 de septiembre, los trabajadores portuarios de Chile levantamos la copa con orgullo. No es un día cualquiera. Es el único momento del año en que podemos celebrar nuestra labor junto a nuestros compañeros de turno, nuestras familias portuarias y recordar que detrás de cada contenedor, cada maniobra y cada jornada extenuante, hay personas que sostienen el comercio nacional con profesionalismo y coraje.
Pero esta fecha también es memoria. Es un “ojalá nunca más” que nos atraviesa como gremio. Recordamos con dolor y respeto a los cuatro dirigentes del Sindicato de Estibadores de San Antonio acribillados durante la dictadura militar. Son hechos que no deben quedar en el olvido. Como portuarios, tenemos el deber de mantener viva esa historia y transmitirla a las nuevas generaciones que hoy ingresan a los muelles con la misma convicción de lucha.
En las últimas tres décadas hemos visto mejoras en las condiciones físicas de las faenas portuarias, pero aún existen terminales con tareas extremas y sin avances significativos. La exposición al riesgo sigue siendo parte de nuestra cotidianidad. Para cambiar esto, se necesita voluntad. Voluntad del Estado, de las empresas y de los trabajadores. Cuando uno de esos actores se ausenta, el progreso se vuelve imposible.
Nuestro desafío más urgente es que el Estado se abra al diálogo directo con el sector. Es imprescindible avanzar, de manera inmediata, en la ley portuaria anunciada en 2012; con ello mejoraríamos la estabilidad y los derechos laborales. Hoy la autoridad portuaria estatal no cuenta con las herramientas para obligar a concesionarios y empleadores a cumplir los acuerdos y las exigencias laborales. El ejemplo más claro es la situación del mundo eventual: todavía hay puertos que operan de forma precaria y empresas que rompen acuerdos sin considerar la estabilidad de las familias portuarias. Hace falta una regulación más estricta y urgente.
En el plano sindical estamos dando un paso histórico. En octubre, en San Antonio, conformaremos una organización de derecho a nivel nacional, con representación de los puertos del norte, centro y sur. Dejaremos atrás el modelo de coordinación entre sindicatos para convertirnos en una confederación con peso real. Invitamos a todos quienes quieran marchar a nuestro lado, porque esta lucha es colectiva.
Nos proyectamos para discutir temas clave: seguridad laboral, el fin de las concesiones en 2029 y el futuro del Puerto a Gran Escala (PGE), que aún no ha sido revisado en profundidad en San Antonio. Queremos estar en esa conversación, porque el futuro portuario no se construye sin los trabajadores.
Siempre lo digo y nunca me cansaré de repetir que los puertos, sin sus trabajadores y trabajadoras, son solo fierro y cemento inerte. No hay portuario que no sienta orgullo por su ciudad puerto; todos defendemos lo nuestro. Aunque exista competencia entre las ciudades puerto, más que competir queremos que, a medida que los puertos crezcan, también mejoren las condiciones en las ciudades que los albergan. Aquí, en San Antonio, necesitamos mejoras en todos los ámbitos, como resolver los conflictos viales, los problemas de salud y las deficiencias en educación, entre otros temas.
La modernización no nos asusta. Nuestros viejos fueron pioneros en dejar el papel y operar con grúas pórtico, RTG y stackers, pero la automatización debe incluirnos. El proyecto PGE habla de faenas semiautomatizadas y eso nos preocupa. Ya hemos trabajado con la estatal EPSA para dejar claro que la protección laboral debe ser parte del diseño. No aceptaremos que la tecnología se use para precarizar.
Es por eso que, en este día, quiero enviar un afectuoso saludo a cada uno de los trabajadores y trabajadoras portuarias que integran la gran familia portuaria de todas las costas de Chile. Agradezco su entrega, porque gracias a ellos garantizamos que el comercio nacional se desarrolle en nuestros recintos portuarios de forma segura y con calidad.
Somos un gremio muy potente. Las generaciones se han renovado y han llegado nuevos trabajadores portuarios dispuestos a asumir tecnologías modernas y a priorizar la seguridad en los recintos; son trabajadores que ingresan a una industria de gran importancia y con carácter profesional. A los trabajadores portuarios no se nos ha regalado nada: todo se ha conquistado en la calle, luchando.
Tenemos grandes desafíos por delante y para enfrentarlos debemos estar unidos como clase obrera. Como siempre digo, aquí no sobra nadie; estando juntos es imposible fracasar. Lo más importante es la familia, que abraza y sostiene al trabajador portuario para que pueda desempeñar su turno con seguridad y, así como salió a su faena, regresar de la misma forma a su hogar al término de la jornada.
Feliz 22 de septiembre a todos los marítimos, portuarios y hermanos de lucha. Nunca más caminaremos solos. Nunca más solos. ¡Arriba los que luchan!












































