Por Harry Klenner
Presidente de la Asociación Chilena de Prácticos de Puerto
Hoy en día los prácticos de puerto, aparte de tener que tomar las medidas para evitar el contagio con el Covid-19, tienen que considerar otro factor que se ha hecho presente en el planeta y que, por cierto, nuestro país no ha estado ajeno a ello. Me refiero al cambio climático, que ha golpeado seriamente nuestras costas con sus episodios de marejadas y marejadas anormales, que han ido aumentando significativamente en el último tiempo, pasando de 23 episodios en el año 2008 a 40 el 2019 y 24 en lo que va corrido de este año, afectando a la actividad portuaria y por ende los servicios que se prestan.
Cuando ocurren estas situaciones, la Autoridad Marítima se ve obligada a restringir las actividades en los puertos, para que estas se desarrollen con seguridad y dentro de los parámetros y criterios establecidos en los respectivos estudios de maniobrabilidad elaborados por cada muelle o terminal, con el fin último de evitar accidentes que puedan dañar ya sea al personal, a los buques, a las instalaciones portuarias o al medio ambiente y que se pueden traducir en pérdidas mayores y a veces irreparables.
Estos cambios, que sin duda afectan a la planificación naviera, hoy en día deberían ser considerados por todos los involucrados en el ámbito marítimo portuario, de manera de poder adecuar oportunamente sus operaciones, con el objeto de disminuir las potenciales pérdidas económicas que de una u otra forma los van a afectar y así también disminuir su efecto en la cadena logística, tan importante en estos días de pandemia que estamos viviendo.
Una forma de aminorar los efectos que producen estos cambios y que seguramente serán cada vez más frecuentes y por ende disminuir los riesgos en las maniobras que efectúan los prácticos, es mejorar el instrumental de medición de parámetros meteorológicos y oceanográficos, con el objeto de tener mayor información técnica en forma oportuna para efectuar un acucioso y detallado análisis y predicción de los fenómenos que se avecinan y poder efectuar la adecuación a la planificación marítimo portuaria con la antelación suficiente; sumado a lo anterior, se debería mejorar la infraestructura y obras de abrigo de los puertos, como las hay en países desarrollados, de manera de disminuir el efecto de las marejadas sobre los muelles y terminales.
Teniendo en cuenta el futuro desarrollo portuario del país, es imprescindible que en la planificación y construcción de los nuevos puertos que se tenga considerado hacer en nuestras costas, el cambio climático y sus consecuencias en las operaciones y maniobras de puerto tienen que ser considerados como un factor relevante en su ejecución y se deben destinar los recursos necesarios para su mitigación.
