Por Carlos Mondaca
Periodista, licenciado en Historia
Mucho se hablado por estos días de la crisis de las islas Lennox, Picton y Nueva, pero bien poco sabemos aún de ellas, como casi todo lo que en Chile está alejado de Santiago. Se trata de 3 formaciones rocosas que se yerguen sobre las oscuras aguas del sur del mundo desafiando el oleaje y vientos australes como un enfrentamiento constante entre ambos elementos.
Hace 40 años, Argentina y Chile estuvieron a punto de cometer un error de esos que uno se arrepiente la vida entera, como es el agredir a un hermano, y hoy, cuando ambas naciones gozan de una buena relación bilateral, nos damos cuenta de lo feliz que fue el haber evitado un enfrentamiento armado entre dos pueblos que tienen motivos de sobra para estar juntos antes que separados.
Una de las causas que evitó dicho enfrentamiento fue la determinación y arrojo de miles de chilenos que se aprestaron a defender el territorio con todo lo que hubiese a mano. El viento inclemente en los turbales, las trincheras y la lejanía del hogar no fueron impedimento para que la moral estuviese en alto.
En tiempos donde la nomofobia hace estragos en las relaciones interpersonales, cuesta entender que una gran cantidad de personas, uniformados y civiles se hayan movilizado a un lugar como el sur austral, tan hermoso como inhóspito. Menos se comprende que esos chilenos se hayan transformado en parte de un esfuerzo de defensa colectivo, cuando hoy somos tan individualistas.
40 años después de la crisis que casi terminó en una guerra entre 2 naciones, agradezco a los veteranos del Beagle por su esfuerzo y les comparto unas imágenes de la Armada de Chile durante la Navidad de 1978.