Por Sebastián Betancourt/AOS.
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El práctico más experimentado y de mayor trayectoria del Puerto de San Antonio dijo adiós con una última maniobra.
Así, Jaime Oyarzún terminó sus actividades tras 28 años como piloto, 14 de los cuales vivió en las aguas del principal puerto chileno.
Como homenaje de despedida, Oyarzún realizó una maniobra simbólica acompañado de tres lanchas y a los remolcadores del puerto que hicieron arcos de agua.
“Los muchachos me llamaron y me invitaron dar a un paseo por la dársena, yo fui en una lancha, iban tres lanchas acompañando este desfile y junto con ellos participaron los remolcadores, que hicieron arcos de agua. Para mi fue espectacular”, relató el práctico a PortalPortuario.cl.
El exmarino mercante dio un “agradecimiento a toda la gente, a las dotaciones de las lanchas, remolcadores, amarradores, supervisores de turno, de todos los puertos de San Antonio y al personal de las agencias”.
El hombre de mar, nacido en San Bernardo, logró armar un amplio currículum que llenó desde su egreso de la Escuela Naval en 1975, cuando inició una carrera en la Marina Mercante.
Sobre su trayectoria, Oyarzún contó que “primero fui pilotín, después tercer piloto, segundo piloto, primer piloto y capitán de alta mar de la marina mercante. Como capitán de alta mar navegué algunos años, no muchos”.
En 1992 se incorporó como práctico oficial a la Armada, periodo en que fue enviado a Puerto Montt. Además, realizó labores de practicaje en Puerto Chacabuco, Chonchi, Ancud, Calbuco, Puerto Montt y sus alrededores.
“Cubrí los pilotajes del Canal de Chacao, nos embarcábamos en Ancud y hacíamos pilotaje hasta Puerto Montt. También estuve en Corral para hacer practicaje a Valdivia. Después de Puerto Montt, llegué a Quintero, en donde estuve cuatro años. Ahí me mandaron a hacer labores de practicaje en Los Vilos. También me tocó, aunque poco, hacer labores de practicaje en la Isla de Pascua”, relató Oyarzún.
Tras terminar sus funciones en la Armada y pasar a retiro fue destinado a San Antonio.
“Terminé mis funciones en la Armada y pasé a retiro y, de ahí, me destinaron a San Antonio, en donde estoy desde el año 2004. San Antonio es totalmente distinto a lo que había cuando llegué yo, cambiaron los tamaños de los buques, cambiaron los tipos de remolcadores, cambiaron las instalaciones. En 14 años cambió mucho, una enormidad”, agregó el hombre de casi 65 años.
“Nosotros trabajamos día y noche, temporales, no temporales, con los amarradores, con los lancheros, que son quienes a nosotros nos conducen a los distintos buques o nos desembarcan y con quienes pasamos largas jornadas. Junto con ellos, los remolcadores. En esta cuestión solos no somos nada, los prácticos del puerto no somos nada si no contamos con un tremendo equipo de gente detrás”, contó el hombre de mar.
Aventuras
Jaime Oyarzún quiso insertarse en el ámbito marítimo, porque -desde su infancia- su sueño fue vivir aventuras. Así fue como logró conocer puertos de Sudamérica, Estados Unidos y Europa, lo que durante su tiempo como marino mercante, le permitió vivir diferentes experiencias.
El práctico recordó una vez en que “zarpando de Ancud en un buque tanque por la noche, con la nave escorándose, de repente, en una fracción de segundos, se iluminó toda la embarcación y quedó como si nos hubieran puesto un foco encima. Veníamos en el puente el guachimán y yo, como piloto de guardia, que en ese tiempo era segundo piloto y pensamos realmente que se había producido alguna explosión en el barco. Llamamos a la máquina y estaba todo normal, en la cubierta estaba todo normal. Con el guachimán nos asustamos y empezamos a ver lo que había pasado. Nunca supimos nada. Con el tiempo relacionamos eso con la caída de un meteorito”.
Oyarzún rememoró cuando, en una situación más dramática, “andábamos en un buque de la Empremar zarpando de Europa con destino a Chile, a San Antonio, con un cargamento de harina y azúcar. Nos agarró un temporal a seis horas de navegación, con olas violentas, que era fuerza 10 u 11 en la escala de Beaufort. Continuamos navegando con la mar por la proa, porque si girábamos nos podíamos dar vuelta, y llegamos a tener olas de 22 metros de altura. Estuvimos navegando casi tres días así, esperando que no fuera a fallar la máquina”.
“En un momento, el capitán dice que nos estamos hundiendo y dispone todo para hacer un giro, coordinando que el buque no fuera a sincronizar con el oleaje, entonces le metió full máquina y logramos gira, poniendo la popa a la mar. Mas o menos como a las cinco horas antes de recalar a un puerto, empezamos a llamar por radio y nos dicen a través de la radio que no llamemos mas y dejemos libre la señal y que cuando estemos en el puerto les avisemos, porque tenían cinco buques perdidos en la tormenta”, añadió el profesional.
“Cuando fondeamos, empezamos a ver buques escorados, otro que le faltaba un ancla. Nosotros teníamos las bodegas 1, 2, 3 y 4 hundidas, y el peak de proa. Efectivamente nos estábamos hundiendo. Ese cargamento iba a recalar alrededor de 22 de diciembre a San Antonio, llegamos un mes después, porque hubo que reparar el buque, nos quedamos sin agua. Tuvimos que andar cazando agua en alta mar”, detalló Oyarzún.
Acerca de este ciclo que acaba en su vida, la práctico dijo que “no me quejo y estoy agradecido, y en general, agradecido de San Antonio como tal. Así que me siento bien, feliz”.
En cuanto a su futuro, Jaime Oyarzún dijo que su preocupación es “por el momento los nietos. Pero en estos momentos sería eso, volver a los buques, no. Mi intención es ejercer alguna actividad, pero estoy tranquilo”.
“Quiero dejar un deseo, sigan peleando por San Antonio, se lo merecen como puerto y que sigan intentando ser más grandes”, puntualizó.