[Opinión] Maria Cecilia Toledo: ¿Por qué la actividad portuaria no se ha desarrollado de forma armónica con la ciudad?

Por Maria Cecilia Toledo 
Mezzosoprano, oriunda de Valparaíso, autora y directora de varias obras musicales que destacan la cultura de las ciudades portuarias.
Profesora del Diplomado “Planificación, Gestión y Gobernanza de las Ciudades Puerto”, de la Universidad de Santiago de Chile.


En mi calidad de porteña, artista, y gestora cultural de proyectos socio culturales, tanto en Chile (muy especialmente en el puerto de Valparaíso) como en el extranjero, puedo decir que pasé prácticamente la mitad de mi vida intentando vincular mis proyectos culturales en nuestro país con todo lo que fui aprendiendo fuera de Chile y con el propósito de mantener vigente la identidad histórico patrimonial de la ciudad puerto de Valparaíso, y desde este esfuerzo, la de los demás puertos del país.

Esto, en el entendido de que el concepto de Ciudad-Puerto debiera ser la conjunción armónica de voluntades entre la actividad marítimo- mercantil que le es propia, y unos ciudadanos orgullosos de sus orígenes, su historia, y su intrínseca relación con el mar. Es desde esta perspectiva, la de mi propia experiencia como artista, que intentaré dar una respuesta a la pregunta que motiva esta columna de opinión.

Para comenzar, debo confesar que la tarea anteriormente descrita no ha sido fácil. Ni para mí, ni para muchos otros colegas artistas y gestores culturales que he conocido, tanto en Valparaíso como en otros puertos del mundo, donde la cultura y las artes parecieran ser los últimos recursos por considerar al momento de pensar en políticas públicas que potencien eficazmente la cohesión armónica y a largo plazo entre las entidades portuarias, su actividad mercantil, y la ciudadanía.

Afortunadamente y gracias, entre otros, al apoyo de algunas entidades portuarias que sí apostaron por potenciar la comunicación Ciudad- Puerto mediante los puentes que ofrecen las artes integradas, logramos ir consolidando una serie de eventos culturales en los que tanto ellos como los ciudadanos fueron viendo reflejados amable y didácticamente mucho de lo que los vincula como protagonistas de una misma historia.

Se pueden mencionar: el Festival Ópera en el Mar, en el que óperas y musicales fueron ambientados y adaptados a la realidad del Puerto; Obras de teatro- musicales, dedicadas a la relación de los ciudadanos con su historia y la defensa de su patrimonio cultural; Seminarios sobre la integración de los nuevos migrantes a la realidad porteña; La creación del primer coro intercultural e inclusivo de Valparaíso, “Cororeando”; La competencia musical “Talento Porteño” abocada a la creación de canciones que vincularan al porteño con el mar; Clases magistrales para descubrir el talento de los niños del Puerto, y finalmente, la creación de una amable caricatura, “Don Valpo”, hecha por estudiantes universitarios de la región, y que personificó a Valparaíso.

Doy fe, de que en cada uno de los proyectos descritos comprobé como todos quienes hicieron parte de ellos, cualquiera fuera su grado de participación en el proceso de su preparación, su rol de apoyo a los mismos, o simplemente desde la audiencia, fueron sintiéndose rápidamente parte de un mismo y alegre ejercicio fraterno en el que cada evento hizo parte de un hilo conductor hacia la conciencia de la necesidad de una cohesión cultural, y por consecuencia emocional, entre la ciudad y el Puerto. A través de ellos, los porteños, (recién llegados, nuevos migrantes, y de larga data), sintieron junto a las entidades portuarias, que recreaban, enriquecían y reforzaban efectivamente una identidad conjunta.

En resumen, la cada vez más impresionante participación y convocatoria a las iniciativas culturales en los puertos de Chile y el mundo ha dejado en claro el que existe un gran interés por comunicarse a través de la cultura, que dicho lenguaje, que “mueve y conmueve”, puede ser inclusivo, apolítico y generoso, y que sus resultados tienen la gracia de ir creando lazos de unión a largo plazo. Por lo mismo, creo en definitiva que las autoridades portuarias deberían, lo antes posible, en conjunto con la ciudadanía y sus artistas, generar una política de acción pública general y estratégica que priorice la cultura como su carta de presentación al momento de sentarse a conversar ambos, ciudadanía y entidades portuarias, con respeto mutuo, de frente al mar, y con miras a un mismo futuro conjunto.


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