Por Miguel A. De Marco.
Director del Núcleo de Ciudades Portuarias Regionales del Idehesi Conicet. Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la República Argentina. Profesor de posgrado en dinámica histórica de las ciudades portuarias en la Universidad de Buenos Aires y Universidad del Salvador. Profesor del Diplomado en Gobernanza Ciudad Puerto de la Universidad de Santiago de Chile.
El patrimonio cultural de los puertos trasciende el ámbito de las instalaciones portuarias y su entorno. La puesta en valor y refuncionalización de las áreas históricas en desuso implica solo un aspecto de la problemática. Lejos se estaría de involucrar a la ciudadanía con su pasado de ciudad portuaria, su presente y futuro si se limitara a ello. Es precisamente la capacidad de involucrar a los actores sociales en la reconstrucción de la identidad portuaria una condición indispensable para el ejercicio de una gobernanza ciudad puerto sustentable.
Una vez comprendido el primer punto corresponde detectar aquellos espacios que ofrecen mayores posibilidades para el diálogo, y que suelen ser instancias institucionales de interfaces ciudad puerto región, tal como se desprende de nuestros estudios como consecuencia de una extensa investigación sobre la historia de los puertos y un largo recorrido en aportaciones teóricas interdisciplinares.
Esta perspectiva integradora de dinámicas conexas ofrece además un enfoque de gran operatividad en la construcción de gobernanza para el desarrollo de las ciudades portuarias. La comunicación de las distintas esferas de influencias es la clave.
Un desafío que debe contar como principal aliado la participación ciudadana motivada por instancias de resignificación identitaria, bajo el signo de la pluralidad y el consenso. La ciudad portuaria es precisamente una construcción comunicacional generadora de relacionamientos culturales diversos.
En el año 2010, la Organización Europea de Puertos aprobó un “Código de buenas prácticas para la integración social” de los mismos, afirmando que “La experiencia del puerto comienza en la ciudad”, con la creación de centros dedicados específicamente a reflexionar sobre los puertos, o a través de instituciones culturales como museos o espacios expositivos, y desde allí se podría atraer los visitantes hacia el puerto.
Concentraciones urbanas como Concepción, en Chile, y Rosario, en Argentina, con sus respectivas áreas metropolitanas, ofrecen un campo propicio en tal sentido. Ellas son cuna de instituciones de la sociedad civil, de las más variadas índoles, que fueron a su vez matrices de otros procesos de distribución de flujos.
Tomemos por ejemplo la educación. Ambas ciudades portuarias fueron a su vez impulsoras de sus regiones universitarias. Las Universidad de Concepción y la Universidad Nacional del Litoral (luego Universidad Nacional de Rosario) nacieron en 1919 -no se trata de una mera coincidencia de fechas sino de un mismo ciclo de la economía global- y desde entonces formaron recursos humanos para el desarrollo, muchas veces sin esperar que la iniciativa partiera del poder central, que intervinieron en empresas, instituciones y acciones vinculadas a la actividad portuaria. A su vez generaron un entramado social hasta el presente, donde puede observarse ya maduro el proceso de transferencia de conocimientos a la actividad productiva.
Invitado a disertar en el seminario “Gobernanza para el desarrollo sostenible de la logística en ciudades portuarias” organizado por la Universidad de Concepción (UdeC) y el Gobierno Regional del Bio Bio, tuve la enorme satisfacción de comprobar que existe una real motivación en la comunidad local por avanzar decididamente en el abordaje de la problemática.
En este sentido, el proyecto FIC-R “Innovación para el desarrollo en el sistema portuario del Bio Bio: la innovación social y pública y el desafío de la sostenibilidad en ciudades portuarias”, que bajo la dirección de la arquitecta Mabel Alarcón ejecutan interdisciplinariamente investigadores de la Universidad de Concepción, está llamado a prestar un servicio efectivo y replicable en otras ciudades portuarias.
El trabajo implementado a través de tres nodos técnicos -ambiental, económico y social- arrojó resultados preliminares alentadores.
En Rosario, la creación y puesta en funciones del Ente Administrador del Puerto de Rosario (ENAPRO), en 1994, implicó la descentralización de la actividad portuaria por primera vez en la historia, librándola de la tutela del gobierno nacional y abriendo la posibilidad de que las “fuerzas vivas” de la ciudad intervinieran en la suerte de su puerto, fue decisivo en la profunda transformación que experimentó el “waterfront” local en los últimos veinticinco años.
Las instalaciones portuarias en desuso recuperadas para el uso público, a través de centros culturales, recreativos, y deportivos, abrió un proceso que aún no ha concluido. El acceso de los ciudadanos a la ribera del colosal río Paraná fue el primer paso. Se ha iniciado un proceso de resignificación de la identidad portuaria que requiere de políticas activas tendientes a que la ciudad disponga de los contenidos históricos necesarios para reencontrarse con sus raíces portuarias fundacionales.