Por Constanza Galdames Carrasco.
@PortalPortuario
Mientras el Covid-19 se comenzó a expandir más allá de China, entre enero y febrero, los cruceros continuaban navegando por diversas partes del mundo sin protocolos específicos para controlar un eventual caso de Covid-19.
La falta de medidas específicas, pruebas a bordo y el que aun no fuera obligatorio usar mascarillas ni mantener distanciamiento social, provocó brotes de la enfermedad en cruceros como el Diamond Princess, Ruby Princess y Greg Mortimer.
Diamond Princess
El Diamond Princess de Princess Cruises, arribó el 3 de febrero, al Puerto de Yokohama, en Japón, con 3.700 personas. Allí se confirmó que un pasajero que desembarcó el 25 de enero en Hong Kong tenía Covid-19, por lo que el crucero fue puesto en cuarentena.
Los casos siguieron aumentando y el barco llegó a tener el brote de Covid-19 más grande fuera de China siendo, además, el primer buque en verse afectado por esta nueva enfermedad.
Así, Diamond Princess sumó 712 casos de Covid-19 y 10 muertes producto de la enfermedad. Allí también se dio el caso de la primera chilena contagiada con coronavirus, una tripulante de 45 años.
Mientras se confirmaban los casos, los contagiados desembarcaban para ser trasladados a centros asistenciales y los pasajeros sin coronavirus continuaban a bordo con la instrucción permanecer la mayor parte del tiempo en sus cabañas. Como a bordo habían pasajeros de diversas nacionalidades, varios países, incluidos Australia, Corea del Sur y Estados Unidos, enviaron vuelos para repatriar a sus ciudadanos.
Luego de un mes y tres semanas en el Puerto de Yokohama, Diamond Princess zarpó para que Belfor Holdings, Inc. realizara una desinfección profunda de su nivel más alto en todo el barco, la cual fue monitoreada y aprobada por el ministerio de Salud de Japón y el Centro de Toxicología y Salud Ambiental (CTEH).
Ruby Princess
El 19 de marzo, el crucero Ruby Princess, de Princess Cruises, arribó a Sydney, Australia. Allí, 369 pasajeros que viajaban en el crucero dieron positivo a Covid-19 y hubo ocho muertes en Australia asociadas con el barco. Frente a esto, la fuerza policial del estado australiano inició una investigación criminal contra el buque de pasajeros debido a la cantidad de contagios que aportó a NSW.
En el marco de la investigación, la policía australiana allanó el crucero y confiscó su caja negra para esclarecer si el operador de cruceros, Carnival Australia, entregó información verídica sobre la salud de quienes arribaron a Sydney.
En agosto, las autoridades del Estado de Nueva Gales del Sur se disculparon por el manejo que tuvieron respecto del brote de coronavirus y, Gladys Berejiklian, la primer ministro de ese Estado australiano, catalogó como fracaso los “graves errores” en los que se incurrió al permitir que 2.650 pasajeros desembarcaran en Sydney.
Finalmente, al brote ocurrido en la nave se vinculan unos 950 contagios y 28 fallecidos. En ese sentido, Berejiklian dijo que ella pedía particularmente perdón a las 62 personas que habían contraído el virus por parte de pasajeros que desembarcaron.
Greg Mortimer
El crucero australiano Greg Mortimer recibió ayuda humanitaria por parte del Gobierno de Uruguay mientras se encontraba anclado frente a la costa de Montevideo con casos de con Covid-19.
La nave, que navegaba con 132 pasajeros y 85 tripulantes, sumó 128 casos de Covid-19 y la muerte de un tripulante filipino.
Los pasajeros fueron trasladados a sus países mediante corredores humanitarios. El primero fue un vuelo que salió desde Uruguay el 11 de abril con destino a Melbourne, Australia, con 112 pasajeros entre australianos y neozelandeses.
El segundo corredor se realizó cuatro días después y se evacuó a 15 pasajeros estadounidenses y europeos en un vuelo hacia Miami. Tras dos meses en Uruguay, el crucero zarpó a España luego de superar el brote de Covid-19.
Actualmente, el uruguayo Federico Lemos está realizando el documental “Greg Mortimer: en busca de una tierra solidaria”, que se estrenará el primer semestre de 2021, y contará la odisea que vivieron los tripulantes y pasajeros de la nave y la ayuda proporcionada por Uruguay.
Otro caso que impactó a la industria en América fue el del Zaandam, de Holland America Line. El crucero tenía programado finalizar un crucero el 21 de marzo en Chile, sin embargo el cierre de fronteras en el país impidió el desembarco de pasajeros, excepto el de los chilenos y casos excepcionales.
Posteriormente, el 27 de marzo, se confirmó que cuatro pasajeros fallecieron a bordo del buque en las costas de Panamá. Allí se gestionó que el Rotterdam recibiera a 401 pasajeros asintomáticos que iniciaron su tránsito humanitario a través del Canal de Panamá.